Queridas Doulas,

Como DONA está celebrando su 25 aniversario este año, Jessica English (editora del International Doula) me pidió que le dedicara la columna Pregúntale a Penny a la historia de DONA. Ponderando sobre esto, encontré la primera edición del International Doula (Volúmen 1, edición 1, Primavera, 1993). Encontrar esto fue un milagro, lo cual entenderías si vieras mi oficina! Aparece un artículo que escribí en esta edición, y decidí hacerlo el centro de esta columna.

“Un Sueño Hecho Realidad” se escribió cuando yo celebraba 25 años como educadora prenatal y ayudante en los partos. Recuenta mi largo y personal viaje hacia el entendimiento de que la doula de parto representa “el ingrediente esencial” (según se describe en el gran video de DONA), sin ningún otro rol que el de enfocarse y calmadamente estar lista para actuar o no de acuerdo a los cambios emocionales y necesidades de alivio físico de la familia que está dando a luz. Nadie en el equipo de parto está tan claro en su rol como la doula. De hecho, esta dedicación de la doula a las necesidades no-clínicas de la familia puede que sea la razón por lo cual los partos atendidos por doulas tienen mejores resultados que los atendidos solo por el equipo “usual” que labora en el parto. Parece que el estado de ánimo emocional contribuye a mejores resultados. Las doulas están comprobando esto.

He aquí el artículo (editado un poco):

Un Sueno Hecho Realidad por Penny Simkin

(Originalmente impreso por DONA International Newsletter, Volumen 1, Núm.1, Primavera 1993)

DONA representa un sueño hecho realidad para mí. En mis 25 años como educadora prenatal, investigadora y activista, he buscado entender y mejorar las experiencias de parto y crianza temprana de las mujeres. En este artículo me gustaría trazar mi propia evolución hacia mi conclusión de que la doula es esencial para un buen resultado de salud, confianza, una madre amorosa y saludable, y un amado y receptivo recién nacido.

Cuando comencé a enseñar, ya yo había tenido cuatro hijos, sin haber tomado clases de parto y sin la presencia de mi esposo. Aunque los aspectos de estos partos fueron altamente satisfactorios, hubo algunos momentos decepcionantes que se pudieron haber evitado si hubiera tenido más conocimiento. En ese momento, decidí que la educación y la presencia del padre (o de la pareja) era la “respuesta.”

Temprano en mi carrera como educadora, mi meta (tan poco realista) era saber todo y presentar información correcta sobre la manera más segura para tener un bebé. Me asombré al estudiar la literatura médica y descubrir que se sabía tan poco y que existía tanto cuidado obstétrico rutinario, incluyendo medicamentos y procedimientos de rutina basados no en evaluación científica, sino en costumbres, opiniones, y conveniencia. Además, muchas de estas rutinas tenían un potencial alto de riesgo para ambos madre y bebé. Decidí que el parto natural era “la respuesta.”

Mi respeto e impresión sobre la medicina “científica” declinó, y empecé a escuchar más historias de parto, y tratar de convencer a los médicos y enfermeras a que practicaran más de acuerdo a los deseos de las parturientas y de acuerdo con lo aprendido de los estudios científicos bien realizados. Decidí que los planes de parto y las decisiones informadas eran “la respuesta.”

Según los partos en el hogar y la partería comenzaron a tomar auge, aprendimos que el movimiento y la posición de pie ayudaban al progreso del parto y al descenso del bebé, decidí que esto era “la respuesta.”

Cuando se descubrió que el estrés psicológico y el alza en el nivel de las catecolaminas (adrenalina y otras hormonas estresantes) podían causarle daño al feto e impedir el progreso del parto, me interesé en la conexión de mente y cuerpo y cómo hacer que la misma funcione para el beneficio de la parturienta y el bebé. Decidí que la reducción del estrés y un ambiente cómodo eran “la respuesta.”

Al darme cuenta de que las mujeres al parir nunca olvidan su parto y que las experiencias de parto negativas o traumáticas son dolorosas por largo tiempo, memorias angustiosas, aún muchos años más, sentí una mayor urgencia de asegurarnos de que hubiese un sentimiento de satisfacción, no importa si el parto fue complicado o normal. Comencé a informarle a los cuidadores de la salud sobre la permanencia de esta memoria o recuerdo. Decidí que crear conciencia sobre los efectos a largo plazo sobre el cuidado recibido durante el parto era “la respuesta.”

Pero ninguna de mis “respuestas” ha sido incorporada al cuidado corriente. Fuerzas poderosas trabajan en contra del parto natural, de las decisiones informadas, del parto en la casa o en un centro de parto, del cuidado real de partería, de la libertad de movimiento, de la reducción de estrés, y de la falta de conciencia de los efectos a largo plazo sobre el trato en el parto. El auge en dejarse llevar por la tecnología; la alta tasa de cesárea; la cultura del miedo al dolor y al parto; las mejoras en y la disponibilidad de la epidural; la escasez de enfermeras y el cambio en el rol de la enfermera de parto; la falta de familiaridad entre el personal y la parturienta; el miedo a las demandas por negligencia médica; menos tiempo para los padres prepararse para el parto-todo esto combinado tiende a obliterar un simple, amable y fisiológico modelo de cuidado.

El tomar clases solamente no es suficiente, aunque yo siempre he tratado de inspirar confianza, informar completamente y preparar a ambos futuros padres y enseñarles medidas de confort que realmente funcionan. Libros y publicaciones, siempre disponibles para una referencia e información completa no son suficiente. Talleres para educadores, enfermeras y el equipo de cuidado sobre cómo mantener la normalidad en el parto y apoyar a las personas emocionalmente y físicamente, simplemente no es suficiente.

A través de esta larga evolución, un hilo de concientización siempre ha existido: siempre que atendía un parto, la parturienta (con o sin pareja) parecía responder favorablemente. Nunca había realizado que mi presencia la había ayudado. Yo siempre les daba el crédito a ellos, aun cuando me decían lo mucho que yo los había ayudado. Entonces, los estudios sobre los beneficios de tener una doula en el parto por Marshall y Phyllis Klaus y John Kennell, y su nueva e importante información sobre el apego madre-infante surgió, y comencé a sentir emoción por la manera en que la presencia de la doula beneficiaba a la familia completa.

Así que pienso que finalmente he encontrado “la respuesta!” No es ninguna de “las respuestas” anteriores, sino todas ellas. Y es la doula, el ingrediente que hasta ahora falta, quien es capaz de facilitar muchos de esos elementos no-clínicos que producen buenos resultados. Pueden guiar a la mujer o pareja a que no sientan que están en territorio extraño, proveer continuidad, ayudarles a aplicar la información que recibieron en la clase prenatal, proveer un enlace con el personal de cuidado, y sobre todo, percibir con cariño y proteger el recuerdo de la experiencia de parto. Preocupándose por como sucede la experiencia de parto, la doula promueve la autoestima de la madre, confianza en sí misma, y el sentido de satisfacción. Este cuidado, junto con su empatía y conocimiento, solo ayuda a reforzar las cualidades en la madre que está dando a luz, haciéndola un mejor ser humano y cariñosa madre.

Desde que reconocí el valor de la doula, he entrenado cientos de doulas y docenas de entrenadoras de doulas, trabajando con otras fabulosas personas quienes compartimos los mismos ideales-John Kennel, Marshall and Phyllis Klaus, Annie Kennedy, y muchos otros, para formar a DONA con la meta de aumentar, no solo el número, sino también el impacto de las doulas. DONA es un sueño hecho realidad.

Epilogo

Según leía este artículo de hace algunos años, me sorprendí de cuán fresca se me hace esta información, y también qué poco ha cambiado el cuidado materno. Aún tenemos los mismos problemas en el cuidado materno que enumeré arriba, aunque hoy día hay esperanza.

Porque la tasa de cesárea está a tan alto nivel y actualmente ocasionando un alza en mortalidad de madres y bebés, las organizaciones profesionales (ACOG, AWHONN, SOGC, ACNM, y otras) están empezando a trabajar en conjunto para reducir la alta incidencia de cesáreas. Más y más ellos recomiendan que la doula sea parte de una de las facetas de esta solución! En vez de estar desde afuera, ahora las doulas pueden ser parte “del sistema.” Aun cuando escribo estas palabras, siento algo en mi estómago. Ser parte de un sistema disfuncional de cuidado materno no es lo mejor. Pero dentro de esto, hay algo bueno. Tenemos ejemplos de hospitales que han instituído reformas, incluyendo el proveer servicio de doulas que son subcontradas y que se adhieren a los estándares de la práctica de las doulas, mientras la misma recibe buena paga por sus servicios. Esos mismos hospitales están enmendando sus normas y promoviendo que haya menos interferencia en el proceso normal y que se adhieran más a los cuidados prácticos que han sido comprobado científicamente que son beneficiosos. Vemos un alza en apoyo comunitario, caritativo y cultural ofrecido por doulas a comunidades de bajo ingreso. Vemos más diversidad y envolvimiento en los talleres de doulas que se ofrecen y en la clientela a la cual se le ofrece. Vemos también mayor número de familias buscando servicio de doulas de parto y posparto.

Aunque hay mucho cambio en el ambiente (me preocupa) del mundo de la doula, mi esperanza es que según la doula se envuelve con las familias, mantengamos los valores y las prácticas que han sido científicamente comprobadas que funcionan para lograr la diferencia en el resultado de los partos.

Feliz Aniversario, DONA Internacional!

En el espíritu de las doulas,

Penny Simkin